Prevengamos el suicidio en El Salvador
POR RICARDO SOSA / LA PRENSA GRÁFICA 25/09/2020
Cada 10 de septiembre se conmemora el Día Mundial de Prevención del Suicidio, por medio de una gran campaña mundial de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que pretende concientizar, sensibilizar y movilizar a toda la población sobre la importancia de la Salud Mental y en especial sobre la prevención del suicidio. Este año el lema ha sido “Trabajando juntos para prevenir el suicidio”. La OMS establece y señala que el suicidio es un grave problema de salud pública.
Cada suicidio es una tragedia y genera un drama que afecta a la familia, a la comunidad, a toda una sociedad, y con consecuencias permanentes en las personas cercanas a las víctimas. El suicidio no respeta edades, clases sociales, denominación religiosa, sexo; de hecho, en el segmento de jóvenes de 15-29 años es la segunda causa de defunción, y la tercera causa de muerte en el segmento de 15-19 años. Cada cuarenta segundos una persona se quita la vida en el mundo, pero cada dos segundos una persona tiene pensamiento suicida. Contrario a lo que se puede pensar, los países con ingresos medios y altos son los que tienen mayor índice de tasas de suicidios.
En El Salvador durante la década anterior los suicidios afectaron a la población de hombres de manera mayoritaria, las armas de fuego, los plaguicidas, intoxicación, ahorcamiento, fueron de los métodos más frecuentes para quitarse la vida. Durante el presente año hay un giro en los suicidios registrándose que son las mujeres las que han tomado la decisión de quitarse la vida con un 84 % contra un 16 % hombres, y el método de elección ha sido el ahorcamiento. Dentro de las posibles causas están en mi opinión el incremento de la violencia feminicida estructural en particular la violencia psicológica, física, sexual y patrimonial; la carga y responsabilidad económica dentro de los hogares donde hay ausencia del compañero de vida, las mujeres son lideresas de las micro y pequeñas empresas en El Salvador, una carga extra; aislamiento y ausencia de redes de apoyo; poco tiempo libre; enfermedades y trastornos; dependencia económica del hombre. El suicidio en El Salvador durante los primeros siete meses del presente año tiene rostro de mujer, y representa lastimosamente una salida al sufrimiento y una emergencia de salud pública, lo cual es un motivo adicional para activarnos con enfoque de género como sociedad en una estrategia nacional de prevención del suicidio. Los datos preliminares me permiten emitir una opinión que la conducta durante siete meses de las estadísticas es que durante el confinamiento domiciliario no hay evidencia de incremento de suicidios, se ha mantenido dentro del comportamiento estadístico del presente año, pero sí un cambio en las víctimas.
Sin duda los efectos en la salud mental de la población por la pandemia del covid-19 en la denominada “cuarta oleada” por medio del síndrome de estrés post traumático, síndrome del quemado, enfermedades mentales, impacto de la crisis económica, incremento de pobreza y pobreza extrema, enfermedades crónicas combinado con otros factores de riesgo deben hacer que el Estado salvadoreño se active en prevención, atención, tratamiento de sus habitantes con énfasis en el segmento de la adolescencia, juventud, tercera y cuarta edad. Por el momento debemos activarnos todos actuando con amor y empatía por el más próximo, porque la prevención no es responsabilidad solo de los profesionales de la salud y autoridades, es tarea de todos.
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