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Opinión - septiembre 1, 2018

El Penal de la esperanza


El Centro Preventivo y de Cumplimiento de Penas La Esperanza, Penitenciaría Central, ubicado en el cantón San Luis Mariona, Ayutuxtepeque, San Salvador, tiene una población de 5,543 privados de libertad hasta la semana anterior, ocasión en la cual tuve la oportunidad y la bendición de ser testigo de los cambios trascendentales en dicho centro penitenciario; lo primero que me llamó la atención antes de ingresar es el respeto, y la atención a los familiares autorizados para ingresar, a quienes se les está brindando un trato digno, con respeto y puntual, así como el detalle de protegerles de sol y brindarles la oportunidad de esperar la apertura de la visita sentados.

Previo al ingreso se siguen los protocolos y procedimientos de chequeos con equipos modernos de escáner completo no intrusivo de primera generación, de los cuales se tiene un control ante la posibilidad e intentos de introducción de ilícitos, se terminaron las maniobras y prácticas de revisión tocando e invadiendo los cuerpos de niñas, niños, adolescentes y mujeres principalmente.

Todo el centro penitenciario se encuentra pintado y limpio en todas sus paredes, en el perímetro destaca el amarillo del Programa Yo Cambio, pero en la mayoría de sus paredes predomina el blanco, impecable, que denota un proceso de cultura y educación como la sensibilización de mantener el orden y limpieza de sus espacios de convivencia.

La transformación es evidente e innegable, existe un área para las visitas con una ludoteca moderna, y bien equipada con una serie de detalles pensando integralmente y como parte de una planificación en los niños y niñas que incluye sus exclusivos baños. No es una guardería, ambos padres interactúan con los hijos.

El Programa Yo Cambio llegó en plenitud al centro penitenciario en julio de 2015 incluye siete componentes: educación, trabajo penitenciario, arte y cultura, salud, religión, deporte, relaciones familiares. Todos los internos se encuentran uniformados de color blanco, incluyendo calcetines y calzado blanco.

El área de talleres vocacionales es impresionante el talento y creatividad en cada una de sus diferentes especialidades como: mimbre, madera, bambú, panadería, pintura, cocina, maquila donde se producen todos los uniformes del sistema y programa con serigrafía incluida.

Por primera vez en la historia el centro penitenciario más emblemático, y conocido de El Salvador, representa una verdadera esperanza para el sistema y el país, haciendo alusión a su nombre; los privados de libertad han representado históricamente el sector más olvidado de nuestra sociedad, sin medir los alcances y repercusiones que ha influido sobre la delincuencia, crimen y pandillas.

Las premisas básicas de estos cambios son: el que sabe le enseña al que no sabe, y evitar el ocio carcelario.

Las teorías criminológicas, estudios, investigaciones, tratados, ensayos, entre otros, cobran vida al estar siendo testigo de estas primicias; pero además la dedicación, esfuerzo, pasión de todo el personal del centro penitenciario, y juzgado de vigilancia penitenciaria, que han logrado comprometerse con el proyecto y ayudar a la rehabilitación y reinserción de los privados de libertad.

El mayor desafío ahora es trabajar de los muros hacia afuera, con la sociedad, para que les brinde la oportunidad de completar todo el proceso, y de apoyar comprando los productos y fortaleciendo los talleres y los diferentes componentes del Yo Cambio.

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